Las plantas de interior necesitan ciertas condiciones que les permitan sobrevivir y crecer en interiores. Estas condiciones, básicamente, son:
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Una gran cantidad de luz diurna, aunque a la mayoría de ellas les perjudica el sol directo, pues puede quemar sus hojas. Las plantas variegadas o de colores vivos necesitan más luz, pues su escasez provocaría un debilitamiento de los colores. Las plantas verdes pueden adaptarse con más facilidad a lugares con menos luz.
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Aire renovado, por lo que no les convienen las habitaciones cerradas. No obstante en general es preferible evitar las corrientes de aire.
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Una temperatura relativamente constante; no son buenos los cambios bruscos que se pueden producir en habitaciones con calefacción.
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Una humedad ambiental alta, que puede procurárseles usando humidificadores en la habitación, o bien colocando las macetas sobre un plástico con guijarros húmedos, o rodeando esta con musgo o turba mojados en un recipiente exterior.
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La mayoría de las plantas de interior, exceptuando algunas especies, como los helechos, que necesitan un gran aporte de agua, resisten sin problemas algunos periodos de sequía, siempre es importante conocer las necesidades de riego particulares de cada especie.
Además de estos factores básicos, hay otros que tienen igualmente gran importancia para la salud de nuestras plantas. Es importante saber si la maceta se ha quedado pequeña para la planta. Esto puede verse fácilmente, si ya no produce brotes en primavera, e incluso si algunas raíces asoman por los orificios del fondo de la maceta. Si alguno de estos, es nuestro caso, deberemos proceder al cambio de maceta.
A pesar del cambio de maceta, algunas plantas no obtienen del compost todos los nutrientes que necesitan. Por eso será necesario alimentarlas en el periodo de crecimiento o de floración. El método más usual es utilizar un fertilizante líquido diluido en el agua de riego.